Soneto al cerdo
Ese cerdo cebado con bellota,
con su pata, rica vianda en salazón,
lugareño o extranjero de atracón
todo el jamón engulle y se entripota.
En regüeldos, regustillos de otrora,
de oníricas visiones te recuerdo,
a tí, gorrino, chancho, gocho, puerco,
de mi ser profundamente eres ahora.
Si a la vista se le antoja en un manjar,
sebo al tacto, chupeteo al paladar,
oink de oído, aroma fino al esnifar.
Trota y bota pues cercano es su inmolar,
sabedor que si a él sólo es para andar,
a nosotros su pernil va a alimentar.
© Felipe Castilla Lattke, 24 de noviembre de 1991